Los gatos en el antiguo Egipto, el animal por excelencia de una de las etapas más gloriosas de la humanidad

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Los gatos siempre han tenido ese punto especial que ha hecho que el ser humano se encariñe de ellos. Mascotas inseparables para muchos, su fama de huraños y poco cariñosos les enfrenta siempre a la comparación con el supuesto amor y el cariño que ofrecen los perros. Pero los gatos también son cariñosos, desde luego, y sobre todo, son elegantes y tienen ese aura de misterio que ha hecho crecer innumerables mitos a su alrededor, algo que tampoco nos extraña en absoluto, porque los gatos son entidades misteriosas de por sí.

La relación de los seres humanos con los gatos viene de lejos, desde el mismo momento en el que alguien decide coger a un gato montés o salvaje y domesticarlo para poder tenerlo como compañía. Pero hubo una época concreta, y una civilización, que hizo del gato una especia de animal emblemático y favorito. Fueron los egipcios, que gozaron de un esplendor cultural sin precedentes, y que veían en estos pequeños animales a la personificación de algunos de sus dioses. Es por eso que aparecen en tantos escritos y jeroglíficos.

¿Por qué los egipcios adoraban a sus gatos?

Los egipcios sentían una admiración absoluta por muchos animales, ya que consideraban que eran las recreaciones vivas de algunos dioses. De hecho, al principio, los antiguos egipcios consideraban a los gatos como la reencarnación del dios Ra matando a la serpiente Apofis. Esto generó mucha fama de estos animales, que fue aún mayor cuando se le empezó a relacionar con la diosa Bastet, que cambió de ser un león a ser una hermosa gata para representar el poder de los mismos, su punto salvaje, pero también el benevolente, en un equilibrio perfecto, como el de la propia diosa a la que encarnaban.

 

¿Qué ocurría con los gatos tras su muerte?

Algo tremendamente curioso y que no muchos conocen es que los gatos también eran momificados en el Antiguo Egipto, algo que arroja mucha luz sobre la veneración que estos animales generaban en aquella cultura. Tras morir, el gato era momificado y enterrado en un cementerio exclusivo para estos animales. Su dueño, sobre todo si era poderoso, solía afeitarse las cejas en señal de duelo, y guardar hasta sesenta días de luto tras el fallecimiento del animal. Eran adorados en toda la cultura egipcia y criados en abundancia, sobre todo en los palacios y casa nobles.

 

El cerdo, un animal odiado en el Antiguo Egipto

Es curioso también comprobar que había animales venerados, pero otros también muy odiados en aquella época. Por ejemplo, el cerdo era un animal al que se detestaba en el Antiguo Egipto, ya que solía arrasar las cosechas. Debido a ello, se le consideraba una encarnación del mal, y el hecho de que se revuelque por el barro y esté siempre en contacto con la inmundicia y las heces parece que tampoco ayudaba para que fuera mejor considerado. Algunos apuntan a que esta aversión al cerdo en el Antiguo Egipto pudo ser el germen de la actual prohibición de comer cerdo en el mundo musulmán, donde el propio Corán se encarga de llamar inmundos a todos aquellos que entren en contacto con el cerdo.

 

Los gatos en el Egipto actual

Actualmente, la adoración a los gatos es menor en Egipto, pero se le sigue considerando un animal muy especial, sobre todo las razas autóctonas de aquel país. Todavía queda esa idea de que el gato representa a la diosa Bastet, una de las más queridas en la antigüedad, y eso ha permitido que estos animales vivan muy bien en el Egipto actual. De hecho, aquella adoración en su tiempo todavía resuena con sus ecos, y no solo en Egipto, sino en otros lugares de tradiciones diferentes. Por ejemplo, en todo Occidente los gatos han sido considerados como aliados del Diablo y de las brujas, especialmente en la Edad Media. Por fortuna, aquello cambió con el tiempo y ahora son animales tremendamente queridos.

 

Otros animales sagrados en el Antiguo Egipto

Al ser una religión politeísta, los egipcios contaban con muchísimos dioses, y los animales solían ser la encarnación en la Tierra de aquellos. Es por eso que no nos extraña encontrar tantos casos de animales sagrados en aquella época. Desde la vaca hasta el propio gato, comunes en otros lugares, hasta animales propios de la región, como el cocodrilo o el Ibis, un ave parecida al pavo. También eran sagrados además de temidos animales como la cobra o el león, así como aves del tipo del halcón y los buitres. Todo esto se ha puesto en liza al descubrir numerosos yacimientos y tumbas egipcias, en donde también se adoraban a estos animales demostrando un gran respeto por ellos.