En los años 70, llegar a la universidad era casi una proeza para cualquier hijo o hija de familia humilde. Los estudios solían costar mucho dinero, y de hecho, no todos tenían la posibilidad de sacarse una carrera, algo que parecía asegurar un buen futuro laboral. Las cosas han cambiado mucho con el tiempo, aunque todavía hay países donde la universidad, lejos de ser lo habitual, es un privilegio. De hecho, en lugares como España, Francia o Reino Unido se ha dado una irónica situación, que ha llevado a muchos jóvenes a desesperarse: la sobrecualificación. Esto ocurre cuando una persona tiene más estudios de los que necesita para ocupar un puesto de trabajo, pero debe buscar empleo en sectores que no son el propio. El ejemplo más claro lo vemos en esos licenciados que trabajan en McDonalds o en cualquier otro restaurante de comida rápida. Con todos los respetos para esos empleos, hay gente con dos carreras y un master que solo está sirviendo patatas fritas.
La universidad se ha tornado casi una trampa para toda esa generación de millenials tardíos que estudiaban casi por obligación una carrera. Las consecutivas crisis laborales y económicas que hemos vivido en estas dos últimas décadas han cambiado por completo la faz del mercado de empleos. La universidad se ha abierto para todo el mundo, y eso ha provocado también que cualquiera pueda tener un título a poco que se esfuerce. La competencia es mayor y cuesta cada vez más destacarse. Y es por eso que muchos buscan vías alternativas para encontrar no ya un empleo, sino sencillamente una fuente de ingresos, que es lo que realmente interesa. La etapa estudiantil puede ser muy dura a nivel económico si no tenemos un trabajo con el que pagar nuestros gastos y estamos fuera de casa de nuestros padres. Muchos toman empleos precarios que les permiten, al menos, ganar algo de dinero y de experiencia. Algunas chicas deciden virar su camino hacia el mundo del sexo profesional, algo que sigue estando muy mal visto, pero que es cada vez más común. Y es que siempre ha habido universitarias que han hecho servicios de escorts, pero gracias a internet, esto se está multiplicando en los últimos tiempos.
Chicas jóvenes de mente abierta
La etapa universitaria suele ser un punto de inflexión en la vida de la mayoría de personas que acuden a estos centros de enseñanza superior. No solo por todo lo que aprenden, sino por el cambio tan grande que supone con todo lo que han vivido previamente. De estar en el instituto o en la escuela de su barrio a pasar a un edificio gigantesco, donde hay miles de estudiantes. Para muchos es un cambio a mejor, porque son capaces de reinventarse, de salir de esa situación que iban arrastrando desde el instituto. Abrir la mente en todos los sentidos, experimentar con cosas nuevas y diferentes, aprender no solo en los libros, sino también en la propia vida. Las experiencias nuevas también tienen que ver con el sexo, y muchas chicas descubren aquí una manera diferente y especial de divertirse.
Para ser una escort universitaria, lo primero que hay que tener es la mente abierta. La mayoría de chicas no tienen necesidad de ganar dinero de esta manera, así que no están “obligadas” a ofrecer servicios de compañía o sexuales. Lo hacen, sencillamente, porque lo disfrutan, porque buscan una experiencia diferente, porque se sienten guapas y atractivas y quieren aprovecharlo. En una gran ciudad, además, tienen la ventaja de poder llevar esa “doble vida” de una manera mucho más sencilla. Están fuera del hogar familiar, no tienen el control paterno encima, y suelen vivir en apartamentos pisos compartidos, aunque gracias a este tipo de ingresos, muchas chicas tienen pisos propios. Allí es donde llevan a la mayoría de sus clientes, si necesitan un lugar tranquilo donde poder disfrutar del placer.
Un negocio que da mucho dinero
Si la prostitución sigue siendo un empleo marginal y muy mal visto por casi toda la sociedad, ¿qué puede llevar a estas chicas a entregarse a este negocio? Lo primero de todo, el dinero. Ya hemos explicado que para la mayoría, la necesidad de entrar en el sexo profesional no es tanto económica, pero sí que hay casos donde ganar dinero es imprescindible. Para poder pagar gastos como el alquiler, los libros o la propia matrícula de la facultad, sacando los estudios adelante. Muchas chicas se plantean esta opción después de ver cómo pueden ganar más en una sola noche que en todo un mes de trabajo en un bar o en un antro poniendo copas. Y es que el sexo vende mucho, y si una chica es atractiva y sabe cómo ganarse a los clientes, podrá conseguir una buena cantidad de dinero como escort.
Las universitarias son, además, uno de los grupos que mejor cobran dentro del mundo de la prostitución. Son chicas jóvenes que vienen de buenas familias y tienen estudios, es decir, cultura. Hay algunas que, de hecho, solo acompañan a los clientes, no ofrecen servicios sexuales, pero igualmente cobran un buen dinero por ello. Cada cual se plantea sus servicios como quiere, y al contrario que muchas de esas mujeres que vienen de otros países, aquí no hay explotación. La libertad de hacer con su cuerpo lo que quieran es llevada a su máximo exponente por estas chicas que utilizan este trabajo para pagarse todos sus caprichos. De hecho, tampoco es extraño encontrar a universitarias que, en lugar de buscar varios clientes como escort, lo que hacen es conseguirse un sugar daddy que se lo pague todo mientras sale con él.
Los problemas de la prostitución
La situación que plantea la prostitución es cuanto menos complicada. Y es que este grupo de chicas universitarias que ofrecen servicios sexuales por su propia voluntad no es el caso más habitual dentro del negocio. Por desgracia, son miles, tal vez millones, las mujeres explotadas sexualmente y abusadas por culpa de este tipo de empleos. Es una situación que debe perseguirse con todo el peso de la ley, de eso no cabe duda. Sin embargo, ¿hay que prohibir también que las chicas que toman sus propias decisiones puedan dedicarse a este mundillo? Y de hecho, incluso aboliendo la prostitución en todas sus formas, ¿cómo demostrar que una chica ha tenido sexo a cambio de dinero con un hombre, o que solo ha salido con él porque le gusta?
Los países que están tratando de abolir la prostitución se encuentran con un dilema complicado, y es que este tipo de servicios han estado siempre entre nosotros. En las guerras, en las peores etapas y épocas de la Historia, la prostitución ha sobrevivido. ¿Por qué no iba a hacerlo en estos días donde todo es comodidad y consumismo? La prostitución ofrece dinero fácil a las mujeres, que no dudan en aceptarlo a cambio de ofrecer servicios sexuales. Es algo muy íntimo, pero es sobre todo el sesgo moral lo que hace que este tipo de servicios se vean diferentes a, por ejemplo, trabajar en una fábrica, o en un restaurante de comida rápida. La prostitución deja marcadas a las chicas, y por eso la mayoría tratan de ocultar estos servicios, pero no debería ser algo marginal si es por voluntad propia, como en el caso de estas universitarias.